Quien desee adquirir una visión general de la obra de
Joan Miró (1893-1983) debe ascender a la cima de
Montjuïc y visitar la fundación creada por
iniciativa del artista catalán en 1971. Aquí han
encontrado un lugar ideal más de 5.000 dibujos, 217
pinturas realizadas sobre lienzo, papel, madera y otros
materiales, 153 esculturas, nueve tapices y la obra
gráfica de este artista extremadamente prolífico.
El museo fue construido por Josep Lluís Sert, amigo personal de
Miró. Entre 1987 y 1988 se realizó una obra de
ampliación dirigida por el arquitecto Jaume Freixa con un
gran respeto hacia los principios arquitectónicos de
Sert. El museo seduce gracias a la simplicidad, basada en la
claridad de su planta y el equilibrio de sus proporciones. Las
formas cúbicas y la luminosidad del hormigón no
revestido producen un efecto mediterráneo; un patio
cuadrado ubicado el centro y comunica las distintas secciones
del edificio: el museo, la galería, la biblioteca, las
tiendas, el restaurante con su terraza ajardinada, etc. En los
tres niveles, el patio central queda rodeado por amplios
pasillos; la posibilidad de disfrutar de una vista
panorámica de Barcelona proporciona una sensación
de armonía entre la colección y la ciudad. La luz
natural indirecta facilita la contemplación de las obras
y permite observar los originales con ojos nuevos. La sorpresa
es grande puesto que, como en el caso de Matisse o Picasso, las
innumerables reproducciones plasmadas en calendarios, postales,
tazas y camisetas han deformado nuestra visión de los
trabajos de Miró, caracterizados por sus grandes figuras
de corte naïf y vivos colores - un verdadero triunfo del
merchandising artístico.
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